Nuestro querido alcalde colorea Lanjarón a imagen y semejanza de los populares mientras sueña con una fuente desde su trono.
Esto iba a ser un análisis de uno de los grandes logros del PP en Lanjarón para garantizar el bienestar de la población: La hermosa fuente que tendría que estar embelleciendo nuestra plaza y que haría honor al sobrenombre de nuestro municipio como El pueblo del agua. En él daríamos un punto de vista crítico con los más y los menos de este proyecto como es nuestro deber y, si este balance resultase positivo para los vecinos, reconoceríamos la gran labor del equipo de gobierno por conseguir semejante triunfo con su exquisita gestión, haciendo, como es de justicia, mención especial a un alcalde con tamaña dote para la diplomacia con las Administraciones Públicas y una capacidad de trabajo connatural a su persona que no habría dudado en poner al servicio de la localidad para hacer efectiva una promesa electoral tan primordial como obtener una fuente para la plaza. Pero no, a tanto no se ha llegado en estos 14 meses de gestión popular.
Sería bueno poder escribir sobre promesas electorales satisfechas, tan solo para equilibrar la balanza con las incumplidas y olvidadas, e igualar el debe con el haber. Aquí nada se compensa ni este hecho causa irritación alguna a los sobre cualificados habitantes del Consistorio que, por otro lado, parece tener el poder de trasladarles a otra dimensión color de rosa donde los problemas que resolver son malos sueños y las obligaciones con la localidad una entelequia. Falta que pudiésemos observarles para asistir a un nuevo tipo de reality, El Gran Ayuntamiento. Lástima del veto que sufren las cámaras de televisión para captar imágenes dentro del edificio (promesa electoral incumplida, véase página 3 punto 9 de su programa electoral) porque con su desidia y poltronería cumplen sobradamente los requisitos para participar, y ganar por goleada, uno de estos concursos. Y es que si el afán vital de alguien es buscar un trono donde acomodar sus reales posaderas para sentirse importante, cuando dicha meta es conquistada regresa al estado de vacío existencial y apatía del que partió. Lamentable.
Pensábamos que ahora que el PP gobierna en el pueblo, las simpatías con alguien de tan ilustre rango como Don Sebastián Pérez, que ha tenido la deferencia de visitar Lanjarón y hacer varios guiños en sus discursos al equipo de gobierno, favorecerían en algo el desempeño de alguna promesa electoral de calado que traiga alguna mejora social para la ciudadanía. No obstante, nuestro acomodaticio alcalde con una fuente ya se conforma, y no será porque no la pide, que en eso pesado reiterativo ha sido un rato el muchacho.
Nadie le escucha. Tanto tiempo insistiendo con la promesa, incluso poniendo fechas de inauguración, y solo tenemos un hueco lleno de aire. Los miembros de la corporación municipal se han entregado al todopoderoso Señor (Pérez) en aras de obtener alguna dádiva de esta divinidad popular con sus bochornosos agasajos y devociones, que han sido desatendidas en todo momento. No es para menos, Don Sebastián es un hombre eficaz y multitarea, como los aparatos de última tecnología de la teletienda, esos que en teoría existen para hacernos la vida más fácil y que proporcionan más disgustos que otra cosa. El pobre hombre colecciona una importante ristra de cargos políticos, Concejal de Granada, Presidente de Diputación, Senador del Reino, Presidente del PP, que, suponemos, no dan lugar a que recuerde cada compromiso realizado en cada localidad. ¡Este hombre es la Duquesa de Alba de la política! Tan pluriempleado ser debe provenir de otro planeta. Por si fuera poco, tiene ideas que son auténticas genialidades, como hacer plenos itinerantes de la Diputación ignorando la grave crisis que atraviesa el país; un autobús y unos bocadillos de Nocilla y ya tenemos un veranito lleno de excursiones y colesterol. Dudamos entre regalarle una estampita de San Cristóbal, patrón de los viajeros, para que no se maree en sus
El caso de la no fuente debe estudiarse atendiendo a un factor importante. Cuando el señor Escobedo, este con minúscula no sea que se nos endiose del todo, fue designado regidor de Lanjarón encontró un proyecto de fuente ya realizado por el equipo socialista. Este hecho implica que una buena parte del trabajo estaba hecho, con lo cual debía ser relativamente sencillo lograr su consecución y dotar al pueblo de eso que, por lo que se deduce de su pesadez reiteración con el tema, más que una humilde mejora, es la llave maestra que soluciona todas las anomalías socioeconómicas que azotan a los cañoneros. Pero tuvo que elegir: ¿Venganza contra el anterior equipo de gobierno o servir a los ciudadanos por encima de discrepancias políticas?
Los cuentistas embaucan con cuentos, y los cuentos bien pueden hallarse dentro de un discurso. Si el alcalde fuera un rey, lo podríamos denominar José Eric I, El cumplidor; atendiendo a su gran compromiso con el pueblo y a la cantidad de promesas satisfechas en tiempo y forma, demostrando su alto grado de implicación con los electores ciudadanos y su sinceridad como político persona. Este hombre sí que sabe llevar a buen término lo que promete, claro que tiene un buen maestro en el Señor (Pérez), loado sea.
Mientras llega la fuente, que estando o no eclipsa el resto de su programa electoral distrayendo a la gente, gozamos sin parangón de unas aceras, compuestas de un material que no debe ser pintado, bellamente coloreadas en "tonos piscina", con lo que nos ratificamos en el pensamiento de que tener un cargo político en el Consistorio provoca una sensación de laxitud embriagadora; seguro que el equipo de gobierno tiene los chacras y el chi perfectamente alineados después de pasar todo el día manoseándoselos para ponerlos en conjunción con la falta quehaceres y sus sublimes salarios (promesa electoral incumplida.)
Así pues, nos recreamos la vista con unas aceras, que no requerían ninguna inversión en su mantenimiento, pintarrajeadas de blanco y azul, colores poco curiosos y nada higiénicos, por generosidad de los habitantes del Consistorio (aka El Gran Ayuntamiento), si bien ya puestos a pintar el pueblo con tan peperos tintes, podrían haber hecho el regalo completo y estampar ilustraciones de gaviotas en los contenedores de basura, cosa propia ya que algunos huelen a pescado. También que hagan un bando para prohibir a las cigüeñas que traigan bebés a esta localidad, e inciten a que los niños vengan en gaviota, privada, y con unas tijeras debajo del brazo para ir aprendiendo a hacer recortes desde la cuna, a ser posible que practiquen con los libros que encuentren en casa.
En fin, que a quien no tiene cabeza ni proyectos propios siempre le quedará ir realizando e inaugurando, esto con maestría y gran promoción, lo que otros dejaron a medio terminar mientras ven la vida pasar entre ensueños y rencillas políticas.
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