domingo, 6 de octubre de 2019

El Grupo Socialista de Lanjarón felicita a las asociaciones cultural y de empresarios y comerciantes por el proyecto Patrimonio de Lanjarón

El portavoz del Grupo Socialista ha afirmado que "el proyecto Patrimonio de Lanjarón es un ejemplo de colaboración asociativa que se ha convertido en un referente en la provincia uniendo a numerosos vecinos, instituciones y entidades"


El Grupo Socialista de Lanjarón ha felicitado a la asociación cultural Poeta Juan Gutiérrez Padial y a la asociación de comerciantes y empresarios por el éxito del proyecto "Patrimonio de Lanjarón", dirigido por José Antonio Ramos. 

El portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Lanjarón, Raúl Ruiz ha subrayado la importancia de la unión entre asociaciones para liderar un proyecto en el que han participado numerosas instituciones, vecinos y el tejido socioeconómico de la localidad. 

Raúl Ruiz ha mencionado que "el proyecto es un ejemplo de gestión cultural y turística y está siendo clave, innovador y referente en la provincia de granada como herramienta dinamizadora del patrimonio cultural y paisajístico del municipio". 

El proyecto Patrimonio de Lanjarón comienza en el año 2016 y ha estado compuesto de cinco partes dedicadas a los pilares, los molinos, las puertas, las hornacinas y el castillo, implicando a numerosas personas y expertos como el profesor Alberto García Porras.

"Este proyecto es un ejemplo del impulso de los vecinos para dinamizar un territorio con excelentes recursos a explotar para afrontar el reto demográfico" ha dicho Ruiz.

Además, el Grupo Socialista ha recordado que "llevamos años denunciando la pérdida del patrimonio de Lanjarón, el estado del Castillo, el abandono del museo del agua o la desaparición de los lavaderos antiguos del municipio, por lo que es muy importante que la población empiece a sensibilizarse cobre la importancia de conservar nuestras señas de identidad". 

Finalmente, Ruiz les ha animado a continuar con esta política de colaboración para poner en valor "nuestros recursos turísticos, culturales y patrimoniales" como elementos de "desarrollo sostenible y generación de empleo". 





EL CASTILLO: PATRIMONIO DE LANJARÓN 

Coincidiendo con la conmemoración de los 450 años de sublevación de los moriscos en estas tierras, (1568-1570), esta quinta entrega de “El Castillo” no solo consolida el proyecto, sino que además, en este caso especial, aporta conocimiento de rigor científico al tiempo que permite disponer de una herramienta de información veraz tanto a la población autóctona como a los visitantes de este bien de interés cultural. 

Con motivo de la primera intervención realizada en el castillo en los a mediados de los años 90 a través de la Escuela Taller “Pórtico de la Alpujarra”, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, exigió (como es preceptivo) realizar unas excavaciones en el recinto amurallado. Estas fueron dirigidas por el Profesor y Arqueólogo de la Universidad de Granada, Dr. Alberto García Porras. Los restos encontrados una vez estudiados y clasificados se guardan en el almacén de la Facultad de Filosofía y Letras donde esperan ser recepcionados por el Museo Arqueológico de Granada. 

Para realizar este proyecto, su director, José Antonio Ramos se pone en contacto con el Dr. Alberto García Porras, que ha realizado ayudado a que este proyecto sea realidad, y ha mostrado una total disposición para hacer posible esta quinta entrega sobre el Patrimonio de Lanjarón, la más importante sin duda del proyecto. 

En el año 1995 (han pasado ya casi 25 años), el profesor Alberto García Porras se incorpora a la Escuela Taller “Pórtico de la Alpujarra”. La plaza de arqueólogo que ocupó tenía el objetivo, por un lado, de formar a jóvenes en actividades relacionadas con el patrimonio histórico y en especial con la Arqueología, lo que le permitió entrar en contacto con un pueblo del que se llevó un gratísimo recuerdo. Por otro lado, tenía la misión de realizar una intervención arqueológica en el castillo como fase previa a su restauración. Veinticinco años después, García Porras continúa muy agradecido a los jóvenes que apasionadamente en la intervención y a las instituciones que lo fomentaron, así como a los compañeros que en campo (Jose A. Banqueri, María A. Burgueño. T. Bonet, Juan A.Cañadas) o en el laboratorio (José D. Lentisco, Moisés Alonso, Malek Awad) han dedicado tiempo y esfuerzo en avanzar en el conocimiento de esta interesante fortaleza granadina. Con ello intentaron mostrar una parte de nuestra historia, la etapa final de al-Andalus y el proceso complejo de dominación castellana de un territorio difícil como lo fue éste. La Arqueología, en este sentido, tiene mucho aún que decir y ésta fue una pequeña aportación.



El llamado castillo de los moros, es del siglo XVI 

El castillo de Lanjarón, situado entre el Valle de Lecrín y La Alpujarra y en la parte baja del pueblo, ocupando una atalaya rocosa muy adecuada para el uso militar que siempre tuvo. Tenemos conocimiento de una ocupación prehistórica en el barranco que se encuentra al pie del castillo, de donde se han recuperado algunos materiales cerámicos. 

El edificio que ha llegado a nosotros es prácticamente en su totalidad de construcción cristiana. Los restos arqueológicos (cerámicas, metales, monedas) podrían sugerir que el castillo fue construido en la segunda mitad del siglo XVI. Pese a que popularmente se le conoce omo castillo de los moros, y la documentación escrita nos da noticia de una fortaleza medieval cuya estructura y naturaleza desconocemos debido a los escasos restos arqueológicos que conservamos, constructivamente podemos distinguir varias fases cronológicas en la totalidad del castillo, a pesar de la homogeneidad que detectamos en toda la fortaleza. 

De la primera, la anterior a la dominación cristiana, no se observan más que restos muy arrasados bajo las actuales murallas, en concreto bajo el lienzo Noroeste. Algunos materiales cerámicos recuperados en los niveles inferiores del castillo, en las grietas de la roca, nos documentan sin duda un nivel de ocupación previa de origen andalusí en el actual castillo, aunque la escasez de estructuras conservadas del mismo no nos permitan conocer sus características y naturaleza. 

La estructura interna de este nuevo castillo refleja con claridad la función que debió tener en su día: carácter eminentemente militar. Su posición estratégica, controlando la única vía de acceso desde el Valle de Lecrín y la Costa hacia la Alpujarra, apoya esta afirmación. 

PILARES: PATRIMONIO DE LANJARÓN 

El agua, elemento vertebrador de Lanjarón en todas sus formas es la elegida para la primera fase del proyecto Patrimonio de Lanjarón, famoso en el mundo por sus aguas mineromedicinales y sus fuentes que son yacimientos naturales muy abundantes en todo el término. 

El agua de los pilares repartidos por el pueblo, llega a ellos tras el preceptivo tratamiento sanitario. Cantarines día y noche, musican el ambiente y calman la sed de las gentes. Veinticuatro pilares que además, ofrecen cada uno, en los azulejos de su frontis, versos de poetas para regalo de las almas. 

Nada igual en ninguna parte. 



PUERTAS: PATRIMONIO DE LANJARÓN 

Esta exposición fotográfica es la segunda fase del Proyecto ‘Patrimonio de Lanjarón’. En esta ocasión se ponen en valor las puertas realizadas por los carpinteros de este pueblo alpujarreño. Puertas que son un elemento material que nos distingue y contribuye a la generación de un producto turístico patrimonial con un libreto que nos habla de las maderas y los trabajos realizados por ellas, recordando que Lanjarón llegó a contar con hasta 36 talleres de carpintería en los años sesenta. Señalar que el gremio de profesionales dio gran vida al pueblo y se ganaron su fama, quedando recogidos sus nombres en este material que distingue y pone en valor su labor. Además del libreto se editarán postales, póster y unas libretas de recuerdo Lanjarón a través de las puertas como elemento patrimonial. 



MOLINOS HARINEROS: PATRIMONIO DE LANJARÓN

La reseña histórica es obra de Baltasar Estévez y Raúl Ruiz, y en pocas líneas, proporciona una idea de los molinos harineros a lo largo de la historia de Lanjarón:

“Los molinos harineros de agua representan una constante a lo largo de la historia de Lanjarón. Una industria fruto de la interacción del ser humano y la naturaleza, sabiendo aprovechar la fuerza inagotable que proporciona el agua que transcurre por nuestros ríos, acequias y brazales. Un avance para la agricultura y la alimentación que se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, legándonos un patrimonio incalculable.

El molino harinero hidráulico, conocido como molino de pan, es una máquina para moler cereales compuesta por dos muelas o piedras de moler y los mecanismos necesarios para transmitir y regular el movimiento transmitido por la fuerza del agua. En Lanjarón, podemos constatar desde antiguo estos ingenios hidráulicos, consecuencia de una alimentación básica hasta mediados del siglo XX compuesta por cereales y legumbres (trigo, cebada, maíz, garbanzos…). Junto a cauces de agua se construyeron estas industrias, siendo según los investigadores, muy rudimentarias.

Algunas fuentes documentales como los Libros de Apeo y Repartimiento de Suertes nos confirman la existencia de estos molinos en Lanjarón. Se recoge una merced que el Rey Felipe III hizo a los concejos del Valle de Lecrín, tras numerosos litigios en el siglo XVI, en la que les perpetúa los molinos de pan y aceite para Propios por veinte años. En Lanjarón describe un molino de Pan, que tiene “necesidad de Dos piedras que costaran veinte ducados y puestas, vale vendido ochenta ducados, y como esté sesenta, y de renta cuatro ducados”. También dice que hay en otros sitios pero que no tienen valor.

Para mediados del siglo XVIII contamos con el Catastro de Ensenada (1752), que documenta dos molinos harineros, “el uno llamado el alto, perteneciente a Don Patricio de Samos, a quien le produce anualmente qarenta y ocho fanegas de pan terciado; el otro llamado el Vajo, propio de Don Francisco García, vecino de Lobres, quien percive por su arrendamiento, en cada año veinte y ocho fanegas del mismo pan.”.

Ya en el siglo XIX, el Diccionario geográfico de Pascual Madoz (1847) nos habla de 7 molinos harineros y 12 hornos de pan cocer.


En el siglo XX, el legado histórico de nuestros abuelos ha sido testigo y transmisor de devenir de los molinos harineros de Lanjarón, entre los que se recuerdan el de la Fuente, la acequia Mezquerina o la acequia Acecarta, en la que hubo hasta tres. Molinos como el de Mamaela, de los Picheques, de tío Antonio Pino, de los Góngoras, de las Narcisas, de Diego Chinche, de Chifle, de las Molinillas, con nombres como de la Puente Baja o de Londres, llamado así por los hermanos Pereira porque apenas daba el sol. Durante este siglo se produciría el paso del agua a la electricidad como fuente de energía.


Molinos y molineros son ya parte de nuestra historia. Vestigios de un pasado no muy lejano que debe ser preservado, recuperado y puesto en valor. Gracias al proyecto Patrimonio de Lanjarón por detener su mirada en esta industria que ha formado parte de la vida de nuestro pueblo y de su paisaje, dando respuesta a nuestras necesidades más primarias. 

HORNACINAS: PATRIMONIO DE LANJARÓN 

La cuarta parte del proyecto Patrimonio de Lanjarón está dedicada a las Hornacinas, un hueco semiesférico practicado en las fachadas de las viviendas en las que se coloca una imagen de carácter religioso.

Además, se ha presentado un libreto en el que se puede encontrar una ruta completa por las calles, callejones, portales y tinaos de Lanjarón a través de estas obras de arte, historia y religiosidad popular de La puerta de La Alpujarra, para que el viajero pueda conocer este atractivo turístico e histórico que data de la Conquista y obligación a judíos y musulmanes a convertirse al cristianismo.

En la actualidad perdura la tradición de hace más de cuatro siglos de realizar altares cuando llega la festividad de la imagen que se encuentra en la hornacina, y es de destacar que muchas se engalanan para el corpus, realizando una verbena entre música, cánticos y elaboración de dulces típicos como ajuelas, buñuelos, roscos o pestinos, convirtiendo el casco histórico y el conjunto del pueblo en un museo cultural y antropológico.