La
concordia, la que fuese principio fundamental de la Transición Española, es la misma
que, en Lanjarón, Eric Escobedo ha
dilapidado a golpe de ocultación, crispación y mentiras.
Valga como
ejemplo el uso que está haciendo del Pabellón Deportivo de Lanjarón. Valga como
ejemplo el uso que está haciendo de nuestra historia, la historia de Lanjarón que supo superar las heridas de la Guerra
Civil y cuarenta años durísimos para muchas familias, cuarenta años de miedo y
hambre. Una brecha que sólo personas con altura de miras, poniendo el interés
colectivo por encima del interés particular hicieron que superáramos todos.
Personas que merecen un gran reconocimiento, el homenaje de seguir su ejemplo,
pero no, no están dispuestos.
Hoy, cuando
nuestro pueblo registra cifras record de paro mes tras mes, cuando debemos
recuperar esa concordia necesaria para salir de la crisis financiera, económica
y de valores, es cuando ha reaparecido la derecha más radical, la derecha más
intolerante y lo más triste, ha reaparecido de manos de gente joven con unos
comportamientos que creíamos superados, con unas actitudes y estrategias
políticas que no tienen nada que ver con el consenso y la concordia.
Hace ya 20
meses que un grupo de personas ganaron las elecciones con la única intención de
cobrar durante cuatro años un sueldo a cambio de quimeras, apariencias y
disimulos. Aquel 22 de Mayo Lanjarón dio la llave de continuar con el consenso reemprendido
por Mariano Ruiz al Partido Popular. Aquel día comenzaba una legislatura que
nadie imaginaba que podría convertirse en una etapa de oscurantismo y división
fomentada por un equipo joven, un equipo que prometió pleno empleo, políticas
para todos, prometió imposibles y castillos en el aire de forma premeditada;
pero esa piel de cordero duró pocos días. Pronto los vecinos y vecinas
empezaron a ver y sufrir la oposición del Gobierno de forma caudillista a toda
persona que pensara diferente o creyera que no debía arrodillarse ante él y sus
ideas. Comenzaba el endurecimiento de unas formas dictatoriales acaparadas en
la legitimidad de las urnas. Presenciábamos como el Ayuntamiento se convertía
en el altar de sacrificio de la democracia para alabanza del ego infantil de un
Alcalde, que no aguantaba que se discrepara con su forma de hacer política, que
no aguantaba las opiniones diferentes, ni dentro, ni fuera, ni de lado, ni en
voz alta, ni baja. Acababa, de nuevo, la democracia en Lanjarón.
Muchos
fuimos los que nos frustramos al ver como el Ayuntamiento se convertía en el
cortijo de la discordia, en el cortijo de la intransigencia, el insulto, la
injuria y la falta de todo valor que con la democracia se asemejase.
Cuando la
actualidad social y económica obliga a los dirigentes políticos a entenderse,
cuando obliga al diálogo, el consenso, el acuerdo y el esfuerzo colectivo, a
entender a todos para poder entenderse entre todos, en Lanjarón la democracia
sufre un profundo coma, del que solo los ciudadanos, como ya lo hicieran en los
momentos mas cruciales de nuestra historia, le pueden salvar. Nosotros, los
jóvenes socialistas de Lanjarón, confiamos en que nuestros vecinos no van a
dejarse atropellar, no van a dejar que pisoteen sus derechos de ciudadanos
libres, no van a dejar que les roben la dignidad, no van a dejar que reescriban
y falsifiquen su historia, y, en esa confianza, seguiremos luchando y
trabajando.
Me ha gustado mucho. ¡Felicidades!
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