Lidia Rivas |
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La secretaria de Igualdad
del PSOE local ha mostrado su preocupación ante la gravedad de una actividad
“sórdida y poco educativa que estereotipa a las mujeres de la historia y presenta
una imagen sexualizada de la lactancia”
La Feria Medieval de Lanjarón que se celebró el pasado
fin de semana ofrecía en su programación el teatro
de calle y personales “las amas de cría”, acompañado del texto “Doña Frasquita y sus hijas vienen de una
familia con una larga tradición de Amas de Cría. De abundante pecho y más
abundante leche aún, se emplean en amamantar a los hijos de quien no pueden o
no quiere hacerlo. Cargadas de bebés y con algún pecho al aire vuelan
chorrillos de leche aquí y allá”. Podría ser la presentación de un
espectáculo para adultos, podría ser una broma de mal gusto en la que
personajes se ofrecen a amamantar en pleno pasacalles al público, pero no, es
una actividad lúdica para todos los públicos, a las 19.00 horas y por las
calles del pueblo alpujarreño.
La secretaria de igualdad del PSOE de Lanjarón, Lidia
Rivas, ha lamentado “el esperpento grotesco que se paseó por el pueblo entre altares y
niños y que poca justicia hacía con este
colectivo de mujeres que procuraba ganarse un sueldo lactando a hijos ajenos”.
Un espectáculo que “se ajustaba poco a la realidad histórica, siendo una
actividad innecesaria, sórdida y poco educativa que estereotipa a las mujeres y
presenta una imagen sexualizada de la lactancia”.
Programación Feria medieval |
Además, Rivas ha señalado que “es de vergüenza que un Ayuntamiento
organice una actividad pública ridiculizando la lactancia para divertir a los
demás” y ha manifestado “el profundo malestar y discrepancia con lo vivido en
Lanjarón”, esperando que este enfoque sea fruto del profundo desconocimiento y
la visión simplista y parcial que tienen de las “amas de cría y de la propia
lactancia materna” y nos ayude a “combatir los machismos que están detrás de
todas estas escenas y que muchas veces no somos capaces de discernir”
De izq a dcha: Los concejale Lidia Rivas, Alba Chanes y Alberto Jesús Gutiérrez |
“No podemos consentir la imagen denigrante que han presentado de
estas mujeres, no ya sólo por la función social que desarrollaron, sino como
sujetos históricos que merecen ser tratados con respeto a pesar de que el
contexto en el que se muestren sea el lúdico-festivo propio de una festividad”
ha aseverado.
La también concejala en el consistorio ha invitado al equipo de
gobierno a “que para próximas ediciones se preocupe en conocer la programación
y tengan un mínimo de sensibilidad con las políticas de igualdad, que no se
resumen en viajes, talleres y fotos”.
Rivas ha pedido un ejercicio de autocrítica, en especial a las
mujeres y hombres que se hacen llamar de izquierdas y que en las instituciones
públicas comparten escenarios para la foto con muchos de los responsables de
actividades de este tipo que “poco favor hacen a la igualdad y a en especial a
las mujeres”. “En temas de igualdad tenemos que ser firmes y dejarnos de
parabienes que nos están haciendo retroceder excusados en la cortesía
institucional y el afán de protagonismo” ha afirmado.
Al hilo de
las “amas de cría”, un poco de historia
En diciembre de 1928, Federico García Lorca en su conferencia
“nanas infantiles dijo “…al dormir y sin
que nada ni nadie le llame la atención, ha vuelto la cara del almidonado pecho
de la nodriza (ese pequeño monte volcánico estremecido de leche y venas azules)
y ha mirado con los ojos fijos la habitación aquietada para su sueño”. Qué
distinta la imagen que nos traslada Federico García Lorca sobre estas mujeres,
las nodrizas o amas de cría, que desempeñaron a lo largo de los siglos una
labor fundamental para la supervivencia de cientos de niños, de la que se nos
mostró el pasado fin de semana en las calles de Lanjarón. No esperábamos la
delicadeza del poeta, pero tampoco el esperpento grotesco que se paseó por el
pueblo alpujarreño.
Son escasos los estudios sobre las amas de cría durante la Edad
Media, pero sí disponemos de los suficientes datos como para asumir que el
truculento espectáculo de ayer se ajustaba poco a la realidad histórica. Mejor
conocida es la labor de las amas de cría durante la Edad Moderna,
especialmente, la de aquellas mujeres que eran contratadas por las casas reales
tras superar un estricto examen médico –no era un tema baladí el de alimentar a
los vástagos de la realeza y la nobleza-. Se atendía hasta el más mínimo
detalle físico y psíquico de la futura nodriza, de lo que tenemos constancia en
los tratados médicos del siglo XVIII: estatura, robustez, forma y tamaño del
pecho, costumbres y hábitos de la mujer, etc.”
Del mismo modo, cada vez contamos con más investigaciones que
centran su interés en el estudio de las nodrizas contratadas por la burguesía
urbana durante el los siglos XVIII y XIX, coincidiendo con el desarrollo
económico de las urbes y con la cada vez más significativa incorporación de la
mujer al mercado de trabajo. Este hecho obligaba a las madres a contratar a
mujeres que dieran el pecho a sus hijos para no tener que interrumpir sus
jornadas laborales y así poder seguir aportando un sueldo al conjunto de la
economía familiar, a la vez que aquellas conseguían una contraprestación
económica, en la mayoría de los casos bastante exigua.
Tampoco podemos olvidar la importante función que desempeñaron las
amas de cría en las inclusas amamantando los niños expósitos. De no ser por ellas, la
vida de estas criaturas se habría visto mucho más comprometida –recordemos que
el abandono de niños y niñas durante la Edad Moderan fue un fenómeno
generalizado en toda Europa y que llegó a cotas bastante elevadas a finales del
siglo XVIII y principios del siglo XIX-.
Es cierto que la tasa de mortalidad infantil en los hospicios era
bastante elevada, pero de alguna manera se vio mitigada con la incorporación de
este contingente de mujeres trabajadoras que lactaban a cambio de unas pocas
monedas y, en muchas ocasiones, descuidando el cuidado de sus propios hijos. Sin
hacer apología, pues también es cierto que desde las instituciones se
denunciaban las estrategias inmorales que algunas de estas mujeres llevaban a
cabo, en la mayoría de los casos por necesidad, para poder seguir cobrando de
las correspondientes instituciones –como por ejemplo no declarar que el hijo al
que amamantaban en sus hogares había muerto-.
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